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Mostrando entradas de octubre, 2019

San Antonio María Claret

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Querido Antonio María: Cuando naciste en el municipio barcelonés de Sallent del Llobregat, aquel lejano 23 de diciembre de 1807, los caminos de tierra constituían la red que unía los pueblos de España. Años después, el 24 de octubre de 1870, en la lejana abadía cisterciense de Fontfroide (Francia), los caminos de hierro vertebraban la península. Desde el andén se dibuja la silueta del caserío de Alboi y su iglesia parroquial de san Juan Bautista aneja a N.S. de los Dolores de Genovés, del río Albaida y la Serra Grossa. Es el mundo rural en el que naciste y por el que transitaste durante tu accidentada vida de misionero, cual río embravecido y golpeado por los desfiladeros y cataratas, detenido en las presas y siembre dócil a los designios divinos hasta alcanzar el Mar: Hijo de pequeños empresarios textiles, sacerdote (1835), vicario y ecónomo en tu localidad natal, frustrado noviciado en Roma (1839), párroco de San Martín de Viladrau (1840), entregado a las misiones populares e

Santa Teresa de Jesús

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Querida Teresa: Andando por los caminos, peregrinando por los pueblos de la España vaciada, de largos silencios y estrechas calles, me detengo en el lavadero de El Hontanar (Alpuente) tierra del interior, recia como Ávila. Desde este lugar, leo las líneas que a ti dedica Azorín: “No cesa de caminar por toda España la buena religiosa; va de pueblecito en pueblecito y de ciudad en ciudad; habla con frailes, monjas y prelados. Para todos tiene palabras afectuosas. Sus ojos son negros y redondos. La complexión de la religiosa es fuerte”. Me asomo al camino y escucho el traqueteo de las ruedas contra las piedras, imprimiendo un surco imborrable en los corazones de los hijos de la Iglesia. Al atardecer de tu vida miras tras de ti y en la lejanía de aquel 28 de marzo de 1515. En Ávila Alonso Sánchez Cepeda contempla con admiración a su hija y con gratitud a su esposa doña Beatriz Dávila Ahumada. Por un sendero, la niña de seis años, corretea con tu hermano Rodrigo, soñando morir már